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Condemor, la gran comedia del Pecador de la Pradera

Hacer reír es todo un arte, mucho más complicado de lo que la gente se piensa. Y es que hay gente que se hace la graciosa, gente que es graciosa de verdad, y luego están los humoristas, capaces de salir de cualquier situación complicada gracias a su humor. Personas que han  nacido con un don, pero que han sabido desarrollarlo hasta conseguir que su propia presencia ya provoque carcajadas en los presentes. Son muy pocos los elegidos que llegan realmente a convertirse en leyendas del humor, y cada país, cada región, tienes a los suyos. Pero el fenómeno que se produjo en España en los años 90 con Chiquito de la Calzada es algo que pocas veces hemos visto, una auténtica locura cuyos ecos todavía sobreviven hoy en día.

La figura de Chiquito de la Calzada comenzó a hacerse popular en televisión a principios de los 90, apareciendo en varios programas de humor en Antena 3. De ahí pasó a convertirse en una especie de ídolo nacional gracias a su forma tan particular de contar los chistes, utilizando un vocabulario propio y divertido, que junto a su manera tan estrafalaria de andar y vestirse le convertían en un humorista irrepetible. Sus expresiones se volvieron muy populares en España, y en los 90 todo el mundo era un fistro pecador de la pradera, que alguna vez había tenido dolores diodenales. Fue tal el éxito del humorista que incluso llegó a protagonizar dos películas, con éxito razonable en taquilla en su época. Las dos producciones fueron estrenadas a mayor gloria de Chiquito, que llenaba salas por su sola presencia y su carisma. En este artículo vamos a ver más a fondo cómo fueron aquellas películas.

Chiquito de la Calzada, un icono de la comedia en España

Lo más curioso de todo es que la fama le llegó a Gregorio Sánchez, auténtico nombre de Chiquito, cuando ya tenía una edad “considerable”. Había trabajado absolutamente de todo en la vida y se había convertido también en un cantaor popular en su ciudad natal, Málaga. Llegó a la televisión con 62 años, descubierto en el casting del programa Genio y Figura. Desde el primer momento, Chiquito se hizo tremendamente popular, robando incluso protagonimo a otros compañeros más afianzados en el mundillo como El Señor Barragán o Pedro Reyes. Tal fue su impacto en la sociedad española que empezaron a venderse productos de snack con su cara y sus frases más populares. La película no tardó en llegar, de la mano del experimentado director Álvaro Sáenz de Heredia.

Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera

La fama de Chiquito durante 1994 y 1995 llevó al director Álvaro Sáenz de la Heredia a proponerle protagonizar una película, en parte también para aprovechar su tirón mediático. Pero una cosa era contar chistes en un programa y otra muy diferente enfrentarse a un rodaje de cine, con todo lo que eso conlleva. Como era de esperar, la película se creó para el lucimiento de Chiquito, permitiendo que diera rienda suelta a sus peculiares expresiones en todo momento. Lo más curioso es que se eligió un género algo en desuso para la película, el western, convirtiendo al humorista en un conde francés, el Condemor, que llega junto a Lucas, su fiel acompañante, hasta el Salvaje Oeste, donde vivirán innumerables aventuras.

La película se rodó en Tabernas, en Almeria, un lugar utilizado en su momento para rodar muchísimos spaguetti western que tanto éxito tuvieron en su época. El humor de la película viajaba entre lo absurdo y el slapstick, con golpes, persecuciones e incluso números musicales, donde el cómico mostraba también su faceta como vocalista. Una obra que, vista con los ojos de la actualidad, seguramente ha quedado bastante anacrónica, pero que en su momento logró unos buenos números en taquilla, por el gran tirón que Chiquito  mantenía entre el público de todo tipo. Familias enteras iban a las salas de cine a ver la película de Chiquito, y el éxito permitió realizar una segunda parte, inspirada ahora en uno de los clásicos del terror.

Brácula: Condemor II ¿una secuela a la altura?

Tan solo un año después del estreno de la primera película, Sánez de la Heredia llevaría a los cines la secuela, siempre con la intención de aprovechar el tirón mediático de Chiquito mientras todavía estuviera en lo más alto. En Brácula, Condemos II, nuestro conde francés se convierte ahora, muy a su pesar, en el líder de un grupo de vampiros que lo confunden con un gran conde transilvano, también chupasangres. Con unos decorados de cartón piedra y unos chistes que seguramente hoy sonrojarían al más pintado, Brácula: Condemor II hizo buenos números en taquilla, pero se desinfló bastante con respecto a su predecesora, lo que provocó que la “saga” terminase aquí.

Sánez de la Heredia se limitó a crear una historia con ecos del cine de terror de la Hammer para poner a Chiquito en el centro con sus peculiares gracias y chistes. Con un presupuesto mayor, algo que se nota en algunas escenas, lo cierto es que la película sirve para pasar un buen rato, pero se hace un poco larga, sobre todo si lo comparamos con la posibilidad de estar viendo, en ese mismo tiempo, una recopilación de los mejores chistes del cómico malagueño, algo que seguramente desatará muchas más carcajadas que esta comedia supuestamente terrorífica donde aparecen muchas grandes actores españoles como Javivi, Carla Hidalgo o la mítica Nadiuska, un mito del erotismo en España que aquí hace, como no, de vampiresa sensual.

Lucas, el inseparable compañero de Chiquito

Desde el principio de la primera película vemos al Condemor acompañado por su fiel seguidor, Lucas, interpretado por el humorista Bigote Arrocet, muy reconocido ya en España desde hacía años por sus intervenciones televisivas en Un, Dos, Tres o La Ruleta de la Fortuna. Lucas estaba siempre atendiendo a su señor, y la química entre ambos actores era patente en la pantalla, consiguiendo así que la dupla repitiese en la secuela, donde Lucas tiene un papel incluso más predominante, aunque siempre a la sombra del gran maestro malagueño. Arrocet vivió sus mayores cotas de éxito gracias a esas películas, quedando luego relegado a tertulias de los programas del corazón, por sus relaciones sentimentales con conocidas presentadoras españolas. Muchos todavía le recuerdan como Lucas, el fiel servidor del Condemor.